Gabriele Giordano M.. Scardocci
De la Orden de Predicadores
Presbítero y teólogo

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Padre Gabriele

La semilla de mostaza: “El grano amontonado se pudre, si en cambio se esparce da fruto "

- homilética -

Homilética de los Padres de la Isla de Patmos

EL GRANO DE MOSTAZA: "EL TRIGO HUMPED SE PODRÍA, SI ES DALE FRUTOS»

El Evangelio es, pues, ese grano que hay que sembrar lo más posible: en estos tiempos inciertos de poca solidez, precisamente esta semilla de eternidad y certeza hay que darla al mundo para una pandemia que es ante todo aislamiento y alejamiento del amor a Dios y al prójimo.

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Autor:
Gabriele Giordano M.. Scardocci, o.p.

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Queridos hermanos y hermanas,

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Hoy el Señor cuenta dos parábolas a la multitud para hacerles entender el reino de Dios. Esa multitud también somos nosotros, hoy que en este domingo escuchamos su Palabra. Incluso cuando éramos niños, fácilmente para hacernos entender algún concepto más complicado, nuestros padres, parientes e incluso los maestros usaron cuentos de hadas, o narraciones más simples. De esta forma nos encontramos inmersos en un ejemplo, en una historia o incluso en un cuento y estábamos tan cerca, más familiarizados con lo que necesitábamos aprender. Así Jesús narra las parábolas del sembrador y del grano de mostaza para hacer más cercano y familiar el gran misterio del reino de Dios.. Esto es lo que Liturgia de la Palabra en este XI Domingo del Tiempo Ordinario.

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En la primera parábola encontramos al Sembrador que siembra la semilla. Esta semilla, más allá de la acción del sembrador, brota y crece. Luego está la acción del suelo.:

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«El suelo produce espontáneamente el tallo primero, entonces la oreja, luego el grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, enseguida manda la guadaña, porque ha llegado la cosecha"

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El reino de Dios entonces es como esta semilla que fermenta. Con un gran fermento sagrado, alcanza la madurez y finalmente da fruto para quien lo necesita.

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Por tanto, el reino de Dios es ese lugar donde estas preparado, preocupo por, déjense fermentar para convertirse en dones fecundos para el mundo. el reino de dios, diremos, Es la Iglesia, el Nuevo Pueblo de Dios que, en la unión de todos los creyentes que viviendo su vocación se convierten en semillas del Sembrador, es decir, Jesucristo. Este reino crece, se expande en el amor y la caridad de Dios: acoge en sí misma a muchos otros hombres y mujeres ávidos de amor y de caridad.

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Esta primera parábola entonces es un llamado a todos nosotros y a nuestra vida de fe y vocación: es un símil en el que podemos preguntarnos si estamos creciendo y fermentando, si estamos dando lo mejor de nosotros en el estado de vida en el que estamos llamados, y si los frutos que ofrecemos al mundo son verdaderamente fecundo porque nacen de la semilla trinitaria del Sembrador.

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La segunda parábola o símil describir el reino de Dios está edificado sobre la semilla de mostaza:

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“Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en el suelo, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; sino, cuando se siembra, crece y se hace más grande que todas las plantas del jardín y hace ramas tan grandes que las aves del cielo pueden hacer sus nidos a su sombra”.

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La imagen del grano de mostaza. era familiar para los pastores de la antigua Judea, y por todos los que habitaron aquellas tierras. Una vez más, ahí está la idea de este grano que crece, en un fermento que luego lo hace tan grande que las aves pueden anidar allí. Aquí Jesús casi inserta un contraste visual: la pequeñez de la semilla al principio, y al final del crecimiento, su grandeza. Esta imagen muestra una de las cualidades del reino de Dios: su crecimiento a lo largo del tiempo y la historia, esperando un cumplimiento final.

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Por eso en este segundo símil, el reino de Dios en sentido estricto es el Evangelio que santifica a todo el que lo escucha. Un Evangelio que si decidimos hacerlo nuestro, vivirlo con coherencia y autenticidad, nos permite acoger una santidad muy grande y por tanto ser criaturas a imagen y semejanza de Dios. Verdaderamente el Evangelio es levadura sagrada que nos da satisfacción, plenitud y mucha alegría ahora y entonces definitivamente en el Cielo. El Evangelio es, pues, ese grano que hay que sembrar lo más posible: en estos tiempos inciertos de poca solidez, precisamente esta semilla de eternidad y certeza hay que darla al mundo para una pandemia que es ante todo aislamiento y alejamiento del amor a Dios y al prójimo. Esta, es de hecho esa pandemia espiritual en algunos aspectos mucho peor que el coronavirus. El virus de la pandemia de coronavirus hace daño al cuerpo., mientras la pandemia del virus espiritual que nos ha golpeado, daña profunda y severamente el alma.

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Santo Domingo de Guzmán escribió: “El grano amontonado se pudre, si en cambio se esparce da fruto ". por esta cpidamos al Señor la fuerza y ​​la gracia para acoger en nosotros el reino de Dios: ser semillas de caridad viva en la Iglesia, derramar ríos y palabras de vida eterna sobre todo el mundo que sufre, para que el evangelio de la vida se convierta en la aurora de la civilización del amor.

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Roma, 13 Junio 2021

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Roma, 6 Junio 2021

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