El recuerdo de la victoria final. El “pescado asado” para el hombre en la resurrección de Cristo
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La diferencia entre el hombre (imagen de dios) y el animal está casi enteramente en la forma diferente de manejar la necesidad común de alimentarse. Lo que siempre ha caracterizado al hombre en comparación con los animales es el gesto de convivencia., el ritual de compartir el pan en la mesa puesta para el sustento del cuerpo y el sustento de la vida. Compartir el pan es un rato’ comparte tu propia vida porque con el sudor de tu frente lo conseguiste; simétricamente, no se puede compartir la vida con los demás sin compartir también el pan con ellos. No es solo una semejanza entre el pan y la vida, Existe una conexión intrínseca de significado que crea una identidad de conceptos., así entre el techo y la casa. En Jesús, esta identidad ideal se convierte incluso en una identidad ontológica.: Él se hace a sí mismo pan en esencia para ser nuestro alimento para la vida en esencia.. El pan se convierte así en figura y realidad de su vida. (eterna) compartido con nosotros, no solo y no tanto porque con la Encarnación quiso montar su tienda entre nosotros, pero ¿por qué, De este modo, nos quería para siempre con él en su reino.
Aquí, entonces, cómo el simple hecho de sentarse a la mesa de un comedor familiar ha sido siempre la prefiguración del gesto litúrgico del sacrificio eucarístico, a su vez, una figura del banquete celestial como el mismo Jesús mostró a sus seguidores al comer primero la Pascua con ellos y, después, de Risen, el pescado asado, su potente símbolo.
Querido Padre Gabriel,
esta centralidad del acto de comer siempre me ha llamado la atención: de comer la manzana, con el que se perfecciona el pecado original, a la recurrencia de banquetes en los Evangelios, hasta la eucaristía, de los cuales, Tal vez, este pescado asado es un señuelo. Comer me parece expresar nuestra dependencia creativa (no somos seres absolutos y autosuficientes), la necesidad de asimilarnos y nutrirnos. Jesús lo convierte en ocasión de auténtica comunión.
Festejar es para Jesús como el diálogo es para Sócrates.
Si embargo,, sobre Sócrates, no te olvides del Simposio también